domingo, 1 de julio de 2007

Angelitos Empantanados



Quisiera tenerla aquí a mi lado para contarle que Ricaurte aún le chupa los dientes a su novia. Que Marta, la de William, fue atropellada por un carro fantasma. Le contaría también que el único que sintió de veras su partida fuí yo, que tanto William como Ricaurte se van a estudiar ingeniería a los Estados Unidos, William con una beca, como si no hubiera pasado por acá nada. Le contaría también que Angelita viene a visitarme, que me coge la mano y me habla desde muy cerquita, me cuenta historias de niños, como si con eso me fuera a encontrar algún consuelo a su ausencia. La próxima vez le voy a decir que por favor se olvide, que por favor no vuelva. Ya no quiero seguir estudiando más, para qué, pedazo de cordero. Ahora sólo tengo tiempo para mirar a mi ventana, la que antes era de Abigaíl Smith, y que yo he convertido en una ventana con forma de aguja y forma de iglesia, iglesias como esas que salen pintadas en las enciclopedias. Y también tiene forma de aguja, de ojo de aguja. Y la cúspide de la iglesia y la punta de la aguja están sostenidas por seis barrotes largos, grises, en forma de lanza.Y mi mundo mide 3 x 1.76 metros. Y mi mundo posee 3 centímetros de cielo limpio, más allá de los árboles, más allá del edificio de 52 pisos que levantaron al otro lado del alambre de púas, y que me robó casi todo el cielo de mi mundo. Y en las noches no puedo ver la luna. Pero entre barrote y barrote veo la muerte de los árboles, los mangos que caen y se quedan, los policías, lo que hace el Río. Y los boleros de mi madre que me acompañan a la distancia. Y me la paso pensando en mis cosas. Recuerdo que el hombre tuvo que enterrar viva a su amada para extraerle los dientes que le habían negado toda paz; eso lo relató el mayordomo, que los dientes cayeron de la cajita transparente y rodaron por el suelo. Soy nave sin regreso, un amor en vano, un terco peliador de media noche. Yo guardo los 7 trocitos blancos que arranqué de sus encías. Tuve que botar el resto porque estaba lleno de caries. Raíces del cielo. Yo poseo una caja negra, pulida, redonda, en donde guardo las puntas de sus senos y bien conservado ese par suyo de ojos, y un poco de su pelo. Y ahora voy a comprar un equipo completísimo de aire acondicionado. Ven a visitarme.


Andrés Caicedo

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