Director: Srdjan Vuletic
País: Bosnia-Herzegovina
Año: 2007
Duración: 90 min. aprox.
¿Qué tan difícil es ser bueno? La respuesta depende del contexto, si nos vamos hacia horizontes filosóficos donde la subjetividad no nos deja ponernos de acuerdo, muy, muy difícil. Ahora bien, en un concepto más general y más social, menos individual, ése que puede prestarse a ser comparado con mediocridad o conformismo, sólo necesita de tres elementos: ser honrado, respetuoso y responsable; sin importar que carente de espíritu sea la vida de X persona o de cuantos vicios goce. Ser uno más, “cada quien a sus cosas y no meterse con las de los otros”. Sin embargo, nuestro presente depende del pasado, y es aquí donde no es tan fácil ser bueno.
Es difícil ser bueno cuando el mismo rededor no lo es, es aún más difícil cuando en el pasado lo que hay es corrupción y acciones execrables. Esta es la disyuntiva en la vida de Fudo, un taxista residente en Sarajevo, cuando decide sinceramente cambiar y vivir correctamente. Los motivos son varios por los que una persona puede tomar la vía más sencilla pero arriesgada de ganar dinero, el móvil por el que Fudo se ve arrastrado a una constante de hurtos y narcotráfico es el deseo de brindarle una mejor vida a su familia, el gran amor que le profesa a su pequeño hijo, su gran campeón, mismo detonante que le hace cambiar de dirección, ¿pero cómo te deshaces de aquel lastre que estuviste forjando por un largo tiempo, de aquellos contactos maliciosos que son incapaces de entender que ahora quieres ser bueno, porque es el algo que simplemente no les interesa en lo mínimo?
Interesante drama el que nos trae Srdjan Vuletic, mi primer acercamiento al cine de Bosnia-Herzegovina. Atractivo por el conjunto de características que ofrecen un resultado intimista, sumamente aprensivo, mágico, emotivo y sin embargo, tan sencillo y cotidiano, lejos de esos recursos efectistas y extra-ordinarios a los que nos tiene acostumbrados el cine convencional. Gracias a esto se suceden un par de hechos que bien podemos relegar a la casualidad y al azar, pero que llegan a tener una importancia crucial, factor imperante para encajar un final/giro inesperado.
Gran actuación la de Sasa Petrovic un hombre reacio en la expresividad de su rostro pero convincente a la hora de matizar las emociones a las que se ve sujeto Fudo. Algo que invita, en lo personal, a hojear en su trayectoria actoral y tener en cuenta Nafaka de Durakovic, su anterior película, así como la anterior del director Vuletic, Ljeto u zlatnoj dolini.
Regresando a Tesko je biti fin, un ingrediente que se agradece es que de la forma más común y nada pretenciosa se nos permite conocer Sarajevo, no tanto como un epítome turístico –a pesar del guiño que nos da el turistear junto a unos japoneses por lugares como aquel donde el asesinato del archiduque austriaco, los restos de unas olimpiadas de invierno y el recuerdo de una artillería serbia en la guerra de Bosnia– sino como una manera de conocer un poco la realidad del país donde se desarrolla. Quizá de una manera no tan específica pero si suficiente. Una que otra toma panorámica, calles, gente, detalles, fragmentos del carácter local.
Un buen mensaje acompañado de breves alusiones al persistente materialismo que pasó a sustituir entre la población el tema de la guerra de 1991-95; esto expresado a través de una agradable fotografía de tonos ligeramente marrones y una narrativa ágil.
El amor duele cuando su traición vapulea el cimiento de una reivindicación, de esa alegría, sueños e ilusiones que le dan sentido a la vida, el aliciente de intentar ser una buena persona. Y es cuando se ve de qué está hecho cada ser, la respuesta, tal vez la decisión más importante jamás tomada.
Muy recomendable. Curioso que haya tan poco escrito en la red sobre ella, a pesar de sus tres años de haber.
Click acá para hacerse de ella a través de unos buenos enlaces.
País: Bosnia-Herzegovina
Año: 2007
Duración: 90 min. aprox.
¿Qué tan difícil es ser bueno? La respuesta depende del contexto, si nos vamos hacia horizontes filosóficos donde la subjetividad no nos deja ponernos de acuerdo, muy, muy difícil. Ahora bien, en un concepto más general y más social, menos individual, ése que puede prestarse a ser comparado con mediocridad o conformismo, sólo necesita de tres elementos: ser honrado, respetuoso y responsable; sin importar que carente de espíritu sea la vida de X persona o de cuantos vicios goce. Ser uno más, “cada quien a sus cosas y no meterse con las de los otros”. Sin embargo, nuestro presente depende del pasado, y es aquí donde no es tan fácil ser bueno.
Es difícil ser bueno cuando el mismo rededor no lo es, es aún más difícil cuando en el pasado lo que hay es corrupción y acciones execrables. Esta es la disyuntiva en la vida de Fudo, un taxista residente en Sarajevo, cuando decide sinceramente cambiar y vivir correctamente. Los motivos son varios por los que una persona puede tomar la vía más sencilla pero arriesgada de ganar dinero, el móvil por el que Fudo se ve arrastrado a una constante de hurtos y narcotráfico es el deseo de brindarle una mejor vida a su familia, el gran amor que le profesa a su pequeño hijo, su gran campeón, mismo detonante que le hace cambiar de dirección, ¿pero cómo te deshaces de aquel lastre que estuviste forjando por un largo tiempo, de aquellos contactos maliciosos que son incapaces de entender que ahora quieres ser bueno, porque es el algo que simplemente no les interesa en lo mínimo?
Interesante drama el que nos trae Srdjan Vuletic, mi primer acercamiento al cine de Bosnia-Herzegovina. Atractivo por el conjunto de características que ofrecen un resultado intimista, sumamente aprensivo, mágico, emotivo y sin embargo, tan sencillo y cotidiano, lejos de esos recursos efectistas y extra-ordinarios a los que nos tiene acostumbrados el cine convencional. Gracias a esto se suceden un par de hechos que bien podemos relegar a la casualidad y al azar, pero que llegan a tener una importancia crucial, factor imperante para encajar un final/giro inesperado.
Gran actuación la de Sasa Petrovic un hombre reacio en la expresividad de su rostro pero convincente a la hora de matizar las emociones a las que se ve sujeto Fudo. Algo que invita, en lo personal, a hojear en su trayectoria actoral y tener en cuenta Nafaka de Durakovic, su anterior película, así como la anterior del director Vuletic, Ljeto u zlatnoj dolini.
Regresando a Tesko je biti fin, un ingrediente que se agradece es que de la forma más común y nada pretenciosa se nos permite conocer Sarajevo, no tanto como un epítome turístico –a pesar del guiño que nos da el turistear junto a unos japoneses por lugares como aquel donde el asesinato del archiduque austriaco, los restos de unas olimpiadas de invierno y el recuerdo de una artillería serbia en la guerra de Bosnia– sino como una manera de conocer un poco la realidad del país donde se desarrolla. Quizá de una manera no tan específica pero si suficiente. Una que otra toma panorámica, calles, gente, detalles, fragmentos del carácter local.
Un buen mensaje acompañado de breves alusiones al persistente materialismo que pasó a sustituir entre la población el tema de la guerra de 1991-95; esto expresado a través de una agradable fotografía de tonos ligeramente marrones y una narrativa ágil.
El amor duele cuando su traición vapulea el cimiento de una reivindicación, de esa alegría, sueños e ilusiones que le dan sentido a la vida, el aliciente de intentar ser una buena persona. Y es cuando se ve de qué está hecho cada ser, la respuesta, tal vez la decisión más importante jamás tomada.
Muy recomendable. Curioso que haya tan poco escrito en la red sobre ella, a pesar de sus tres años de haber.
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