Las exequias duraron horas: el cadáver de mi padre se obstinaba en salir del ataúd para ir a bailar con sus viudas. Fueron necesarios seis encargados para poner fin a su resistencia epiléptica y sellar la tapa.
Como si fuera tierra, rellenaron la fosa con los cuerpos de las viudas.
Yo volví sola a la ciudad.
Bajo mi rostro que no era más que una máscara, quedaba oculta, clavada en la tranquilidad de mi cráneo. Mis huellas digitales se borraban, como barridas por una brisa despiadada.
Estando vacía, como una copa bruñida por diez mil lenguas, pude recibir en mi palma el cetro de poder oscuro. Esta fuerza penetro en mis células y me hizo sorda al canto de las sirenas de la vieja moral.
Había sido víctima, conocía cada grado de dolor bendito; podía en lo sucesivo ser verdugo. La prueba era que acababa de cortar, sin ayuda de nadie, mis propios labios externos.
Detrás de mí, el espíritu de todos los hombres que me habían precedido en el camino del gozo puro, impersonal, me impelían a eliminar el menor indicio de piedad que pudiera ensombrecer el trozo de sol cruel en que se había convertido mi alma. En esta sala de operaciones – donde la ceremonia mostraba el verdadero rostro de la medicina, esa institución respetada que parece hacer el bien mientras que en realidad envenena y tortura – el maestro deseó que cortase el sexo del paciente para colgarlo de mi pubis, como un trofeo.
Estaba cerca de mi paciente. En lo sucesivo sus órganos me pertenecían. La asamblea enmascarada no esperaba de mí más que el cumplimiento del último acto ritual. El siguiente hombre, depravado por tanto conocimiento, hizo una mueca, reconociendo en mi ausencia total de culpabilidad el signo de la ignominia… Poco me importaba su opinión.
Con un empuje irresistible, apreté sus hombros hasta que le puse de rodillas en tierra, obligándole entonces a tocar con su frente el suelo ensangrentado. Levanté su delantal blanco, bajé sus pantalones, preparé sus nalgas lechosas y le violé, perforando ferozmente su culo que se abría alrededor de mi falo vengador, como una flor roja de largos pétalos líquidos.
Yo volví sola a la ciudad.
Bajo mi rostro que no era más que una máscara, quedaba oculta, clavada en la tranquilidad de mi cráneo. Mis huellas digitales se borraban, como barridas por una brisa despiadada.
Estando vacía, como una copa bruñida por diez mil lenguas, pude recibir en mi palma el cetro de poder oscuro. Esta fuerza penetro en mis células y me hizo sorda al canto de las sirenas de la vieja moral.
Había sido víctima, conocía cada grado de dolor bendito; podía en lo sucesivo ser verdugo. La prueba era que acababa de cortar, sin ayuda de nadie, mis propios labios externos.
Detrás de mí, el espíritu de todos los hombres que me habían precedido en el camino del gozo puro, impersonal, me impelían a eliminar el menor indicio de piedad que pudiera ensombrecer el trozo de sol cruel en que se había convertido mi alma. En esta sala de operaciones – donde la ceremonia mostraba el verdadero rostro de la medicina, esa institución respetada que parece hacer el bien mientras que en realidad envenena y tortura – el maestro deseó que cortase el sexo del paciente para colgarlo de mi pubis, como un trofeo.
Estaba cerca de mi paciente. En lo sucesivo sus órganos me pertenecían. La asamblea enmascarada no esperaba de mí más que el cumplimiento del último acto ritual. El siguiente hombre, depravado por tanto conocimiento, hizo una mueca, reconociendo en mi ausencia total de culpabilidad el signo de la ignominia… Poco me importaba su opinión.
Con un empuje irresistible, apreté sus hombros hasta que le puse de rodillas en tierra, obligándole entonces a tocar con su frente el suelo ensangrentado. Levanté su delantal blanco, bajé sus pantalones, preparé sus nalgas lechosas y le violé, perforando ferozmente su culo que se abría alrededor de mi falo vengador, como una flor roja de largos pétalos líquidos.
Jodorowsky
3 comentarios:
Oye, gracias por tender mi queja, je je.
Pues que te digo: me gusta este blog por las movies y también por las lecturas, espeor poco a poco ir comentando.
Hace tiempo lo tenía contemplado pero en eso se quedaba. Como al principio eran meramente escritos no me interesaba mucho leer un “ah, bonito” (y similares). Con el tiempo comentè otras cosas, libros, películas, y supongo al ser algo más abierto podría haber cierta reciprocidad para quien quiera leer.
Por otro lado, ya me habían dicho algunas personas más que estaría bien habilitase los comentarios.
En fin, a ver qué tal va. ¡Saludos!
Creo que como en todo, de repente habrà buenos comentarios, a veces te llegarà spam e inclusive algunasmentadas, el punto aquì es tomarlas cosas buenas y no dejar caerse por gente que luego no vale la pena, solo tomar lo bueno y listo aunque a veces tambièn aprender de lo malo, yo a veces soy medio sarcàstico pero lo hago en buen plan, cuando no me parece algo pues lo digo pero solo para que me escuchen, je je.
Saludos y poraquì andamos.
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