Sameblod

Sami Blood

Dirección: Amanda Kernell
Guionista: Amanda Kernell
País: Suecia
Año: 2016
Duración: 110 min. aprox.
Trailer

Género / Tópico: Drama / Años 30 - Adolescencia - Racismo

Sinopsis: Elle Marja es una chica lapona de 14 años que cría renos. Expuesta al racismo de la época y a exámenes biológicos en su internado, la joven empieza a soñar con otra vida. Pero para alcanzar esa nueva vida deberá romper todos los lazos con su familia y su cultura.

Reparto / Personajes

Lene Cecilia Sparrok es Elle Marja
Maj-Doris Rimpi es Elle Marja de anciana
Julius Fleischanderl es Niklas
Mia Erika Sparrok es Njenna
Hanna Alström es Lärarinnan
Malin Crépin es Elise
Olle Sarri es Olle
Entre otros

NOTA: 8.9 / 10
(Ver escala de valoración)

"El racismo ha sido históricamente una bandera para justificar las empresas de expansión, conquista, colonización y dominación y ha marchado de la mano de la intolerancia, la injusticia y la violencia." Rigoberta Menchú

Etnocentrismo. ¿De dónde vienen está conducta universal, de discriminación y marginación hacia las minorías étnicas? Por desgracia es un sentimiento tan propio como el de pertenencia y nacionalismo, de raíces tan históricamente profundas como el nacimiento de dicho sentimiento. Después de todo, prácticamente toda sociedad en expansión y consolidación conlleva en su historia un choque “de dos mundos” en donde la sociedad vencedora (la más avanzada) es quien impone sus definiciones, subyugando al pueblo autóctono: los bárbaros, los salvajes, los ignorantes. Primero la discriminación viene tras la dominación, después, la dominación es mantenida por medio de la discriminación.

El maltrato hacía los pueblos nativos no sólo es algo del “nuevo mundo”. El pueblo lapón o sami, el primer pueblo autóctono de Escandinavia es un buen ejemplo. A principios del siglo XX los lapones fueron víctimas de una política de “higiene racial”, dando lugar en Suecia al primer instituto de biología racial del mundo, “científicos” que pese a no existir un marcado fenotipo, les consideraban una raza inferior limitada intelectualmente: “sus pequeños cerebros no podían asimilar la vida en la ciudad, comprender la ciencia, escribir poesía, ser más que salvajes”. ¿Y qué diferenciaba había entre un lapón y un sueco? Simplemente su vestimenta y sus costumbres. Éste, un tema en el que se basa Amanda Kernell (de padre lapón) para su primer largometraje, que previamente ya había manejado en su cortometraje Stoerre Vaerie (2015).

Una historia en donde los miedos e inquietudes propias del adolescente son el estímulo para preguntarse ¿por qué no puedo cambiar mi vida?, ¿qué me detiene?, y llevan a nuestra protagonista, de tremenda fortaleza, a buscar su propio futuro, no el que su madre, orgullosa de sus raíces le impone, mucho menos el que el colonialismo sueco ha dictaminado.  Una historia como muchas (bastara con que miremos hacia nuestros indígenas), tan genérica y a su vez, híper-específica, que precisamente, en su especificidad ve su mejor acierto. El segundo mejor acierto es la mesura de su fatalismo: hay escenas de crueldad y denigración que se nos trasmiten sin caer en el sensacionalismo/sentimentalismo… en donde también hay espacio para la dulzura del primer baile o el desconcierto del toque de lápiz labial.

Bastante agradable… y en cuanto a su factura técnica, es muy buena. La actuación de su actriz protagonista Lene Cecilia Sparrok me ha gustado mucho, consigue dotar a su personaje de valentia y madurez. Así también destacar la fotografía de Sjövik y Olsson, que, más allá de hablar de sus estupendos paisajes, es de admirar el manejo de la iluminación y su gama de colores, a la par de las emociones que busca transmitir.

Premiada en el Festival de Cine de Venecia, en los Premios Guldbagge, el Festival Internacional de Tokio, entre otros. 

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