Director: Lukas Feigelfeld
Guionista: Lukas Feigelfeld
País: Alemania
Año: 2017
Duración 101 min. aprox.
Trailer
Género / Tópico: Terror / Siglo XV - Brujería
Sinopsis: Albrun vive en los Alpes cuidando de un rebaño de cabras desde que murió su madre, veinte años atrás. Un día, se da cuenta de que hay una presencia siniestra acechando en lo profundo del bosque, y el miedo hará que su realidad empiece a adquirir progresivamente los contornos de una pesadilla.
Reparto / Personajes
Aleksandra Cwen es Albrun
Celina Peter es Albrun cuando niña
Claudia Martini es la madre de Albrun
Tanja Petrovsky es Swinda
Entre otros
NOTA: 6.5 / 10
Debut del cineasta austriaco alemán Feigelfeld y proyecto de graduación. Una fábula folclórica de corte vanguardista que busca retratar la vida de una joven madre en Los Alpes, acusada de ser bruja. Muy diferente a The Witch (2015) de Robert Eggers, Feigelfeld busca con su minimalismo, narrar el desprecio con el que las mujeres paganas eran tratadas en el siglo XV. Una obra onírica que se aleja mucho del concepto de “terror” y a través de su fotografía y atmósfera intenta redefinirlo; por ende, no apta para el cinéfilo de terror convencional, podría parecer demasiado lenta y austera (pese a un par de escenas inquietantes).
Sombra. Cuerno. Sangre. Fuego. Feigelfeld divide su película de horror rural en varios capítulos para narrar la historia de Albrun, víctima de la superstición de su época, aquella en donde culpan a los judíos de la peste y cuentan relatos sobre espíritus malignos que habitan en los bosques, y secuestran mujeres para procrear. Pero, ¿dónde yace más el terror, en los bosques o en la pérfida alma campesina? Un terror que arrojara a Albrun a padecer pesadillas psicodélicas, visiones fantasmales y horrores caníbales.
Un filme que ve su mejor atributo en su atmósfera, y personajes femeninos. Su estructura narrativa dividida en capítulos hace más fluido el ritmo, a su vez, estos encierran alguna escena que le dará título, ya sea un erótico ordeño o la inmersión en el pantano. Hablaba de que, para el espectador convencional (más allá de los gustos de cada quien) le podría parecer algo lenta, Feigelfeld se recrea en tomas largas, lentas e hipnóticas, en donde los close-up y la ausencia de diálogos es habitual.
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