Director: Lee Chang-dong
Guionistas: Lee Chang-dong y Jungmi Oh (basado en un cuento de Haruki Murakami)
País: Corea del surAño: 2018
Duración: 147 min. aprox.
Trailer
Género: Drama - Thriller
Sinopsis: Cuando hace una entrega, Jongsu, un joven mensajero, se encuentra por casualidad con Haemi, una chica que vivía en su vecindario. La joven le pide que cuide a su gato durante un viaje a África. A su regreso, Haemi le presenta a un joven misterioso y con dinero que conoció allí. Un día, él revela a Jongsu un pasatiempo muy extraño...
Reparto / Personajes
Ah-in Yoo es Lee Jong-su
Jong-seo Jun es Shin Hae-mi
Steven Yeun es Ben
Entre otros
NOTA: 9.1 / 10
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En Sobre la brevedad de la vida, el filósofo romano Séneca, reflexiona acerca del tiempo y el deseo –Tememos como mortales y Deseamos como Inmortales–, describe el tiempo como una inescrutable e intrínseca maldad que devora nuestra alma, pues los deseos humanos siempre serán más grandes que nuestra propia vida (sujeta no sólo a la mortalidad, sino a un cúmulo de normas). Pero, finalmente, qué es el desear sino esa articulación imaginativa de la posibilidad de que ocurra algo, y de qué depende de que ocurra, en primera instancia, de nuestra disposición para participar y estar dispuestos a reconocer dichos deseos, darles un significado y llevarlos a la acción… ¿A qué viene esto? Me es inevitable recordar Burning sin pensar en ello, en eso y en la constancia de un crimen.
Burning es la sexta película –en más de 20 años– del cineasta Lee Chang-dong. Es una adaptación libre del cuento Quemar graneros, de Haruki Murakami. Debo admitir que no soy fan de Murakami (de quien sólo he leído Tokio blues, Crónica del pájaro que da cuerda al mundo y El elefante desaparece) ni de las adaptaciones de su trabajo al cine (he visto Tony Takitani (2004) de Jun Ichikawa y Tokio Blues (2010) de Tran Anh Hung); de hecho “no me gusta mucho”, y sin embargo Burning me ha encantado en muchos aspectos, y creo que da vida de una forma maravillosa al cuento de Murakami, del cual, sin ser una adaptación al pie de la letra (afortunadamente), sí comparte de principio a fin, fielmente, varias escenas y diálogos; y la construcción tan mágica del personaje femenino alrededor del cual gira el universo de Lee Chang-dong y Murakami, excelso en su cotidianidad.
Burning narra la historia de un joven repartidor de nombre Jongsu, que sueña con ser escritor (quizá la granja de su padre, quien está en custodia por agredir a un oficial de policía, sea el lugar para encontrar tal inspiración), y como su vida cambia al conocer a Haemi, una hermosa modelo que afirma crecieron juntos, sólo que él no la recuerda porque se hizo una cirugía plástica, ¿es esto verdad o está mintiendo y él solo es el sujeto que cuidará a su gato cuando ella no esté?, ¿en realidad existe ese gato?, preguntas que son parte de una serie de suposiciones y ambigüedades a la que sus personajes y nosotros nos enfrentaremos, qué es la verdad sino finalmente lo que terminamos creyendo. A partir de aquí nace una amistad entre ellos, interrumpida sólo por el viaje anunciado a África de Haemi (inquieta, dulce, soñadora y con hambre existencial). Jongsu, enamorado a estas alturas, aguardara su regreso, el cual sucede, pero para su desgracia es de la mano de Ben, un joven adinerado que conoció en Kenia y quien más adelante confiesa que su pasatiempo es incendiar invernaderos. Una confesión que guarda en sus entrañas, si lo ves como metáfora, una enorme perversión y maldad. La película de Lee construida en más de dos horas transcurre con ternura en su primera parte para abordar la amistad de Jongsu y Haemi, dando paso al encuentro con Ben, lejos de ser la representación de un triángulo amoroso el filme se tuerce en un thriller, que sumergirá a Jongsu en confusión y desesperación, que parece susurrar con angustia “algo aquí no anda bien pero no sé qué es”.
Un filme que expone la situación actual de muchos jóvenes (a quien la vida económicamente les trata peor que a sus padres, compara la posibilidad de adquirir una casa hace 30 años con hacerlo ahora), y la brecha, tan acentuada, entre la clase media-baja y alta. Y la frustración y los deseos que nos consume, como un golpe en el corazón cuando los saboreamos.
¿Qué el metraje es demasiado largo? Lo es, son más 2 horas, pero están tan bien aprovechadas, y mira que para mí el tiempo ideal es 1 hora y media. Es una apreciación personal, por su puesto, pero como pocas veces, siento que no hay un minuto, una palabra, una escena que sobre. Visualmente es magnífica, la fotografía a cargo de Kyung-pyo Hong (recordarás su trabajo en películas como Mother (2009) y Snowpiercer (2013) de Bong Joon-ho o The Wailing (2016) de Na Hong-jin) a servicio del equipo de diseño de producción y edición arrojan cuadros maravillosamente poéticos. El guion como bien he dicho, juega con esa ambigüedad que al final en efecto resuelve las cosas, nada de cabos sueltos, y sin embargo nos deja para reflexionar varios puntos. La actuación otro aspecto a reconocer y la construcción de cada personaje, tan llenos de propósitos, de vida. Yoo Ah In (es un actor que por vez primera veo), Yeun Steven (quien poco a poco se está desprendiendo de la imagen de Glenn de TWD y hace poco protagonizaba Mayhem), y Jong-seo Jun (adorable en su papel, y prácticamente debutante en el cine).
¿Qué es una película difícil de apreciar? No lo sé… yo no estoy tan acostumbrado al cine de Lee que suele rozar el cine de autor y por lo regular durar más de 2 horas, poseer, tomas largas, silenciosas y sus “cabos sueltos”, tampoco suelo admirarme del “onanismo” de algunos cineastas, y no obstante la disfrute mucho. Quizá lo único que me hizo ruido fue su música socarrona, por fortuna tenue y suspendida por Générique de Miles Davis.
Galardonada en el Festival de Cannes con el premio FIPRESCI (y en otros festivales). Como datos extras, comenta Lee, demoraron un mes en grabar la escena aquella de Miles Davis, era necesario para capturar el atardecer perfecto; y, Burning es la elegida por Corea del Sur para competir en Los premio Oscar del 2019 a la Mejor Película de Habla no Inglesa.
En realidad, no se trata de imaginar que existe, sino de olvidarte que no está.
Es semejante a la lluvia. Llueve y el río crece, se desborda y gente es arrasada. ¿Acaso la lluvia la está juzgando? El bien y el mal no existen, es solo la moralidad de la naturaleza.
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