Director: Jacques Tourneur
País: E.U.A.
Año: 1943
Duración: 69 min. aprox.
Trailer
Muy diferente a White Zombie y a The Walking Dead, si bien comparte algunos elementos con la primera no resulta más que eso, compartir elementos básicos: el Caribe y el Vudú.
No es un filme de terror, venganzas, ambiciones científicas o maquiavélicas. Anduve con un zombi es la trágica historia de un romance. Si de por sí estás películas nos dan la ilusión de un cuento: por su desarrollo lineal, el breve metraje, el nada complejo argumento, el diseño de personajes y esos finales… aquí el asunto se ve reforzado porque la historia es narrada por la propia protagonista. Las palabras que sirven de introducción son: Anduve con un zombi… parecerá extraño, hace un año que no sabía ni que eran los zombis. Pensaría… que eran extraños, aterradores… y algo divertidos. Genial comienzo porque nos introduce a la historia de la mano, además de crearnos erróneas expectativas por las palabras “yo anduve”. La narradora es Betsy, una enfermera proveniente de Canadá, quien se embarca al Caribe para cuidar a una mujer. Su llegada es mágica, paisajes exóticos, tropicales y misteriosos los de esta isla, llena de vegetación y pulcritud. Tan hermosa como nostálgica. Nostalgia y melancolía, el lastre que dejó un pasado de crueldad y esclavitud. Pareciese como si la consciencia del pasado marcase cual hierro candente a sus habitantes: la población local, negros libres aferrados a sus costumbres, y los extranjeros, si somos supersticiosos, alcanzados por esta "maldición" de tragedía, donde se llora un nacimiento y se festeja una muerte. La familia que nos incumbe son señalados públicamente. Hay una canción popular que describe bien el motivo:
No hay un zombi aterrador devorando gente, regresamos al concepto básico: una persona muerta en vida. Sin alma. Agradable película de un blanco y negro de mucha calidad y con delicados fundidos. Con un buen manejo de la tensión pues en un comienzo embarga la pantalla con una atmósfera fantasmagórica para aflojar y ceder ante un ambiente de ensueño, onírico romanticismo, como sólo en las películas de aquellas épocas era representado: intenso, respetuoso, solemne, de ese enamoramiento casi a primera vista y por el cual se da la vida. Y en su fase final, la exhalación de un fatalista suceso.
Por otro lado, el carácter misterioso y en momentos malsano no está ausente. Y algo que me gusta es el retrato de estos caribeños, es más real: el periodo de transición de esas personas en otrora esclavos, ahora libres, con empleo y un lugar en la sociedad. Abrazando sus costumbres y ritos, aquellas oscuras ceremonias, de danzas, cantos y tambores, de hechizos y posesiones, pero sin olvidar el contacto con el orden occidental y su pertenencia a él, las leyes, el cristianismo, la ciencia… ese enfrentamiento étnico y cultural, que se sobrellevaba flirteando con ambas creencias, y no sólo por parte de los nativos que simpatizan con el cristianismo a la vez que adoran a su dios, sino también por parte del extranjero que necesariamente, por esa convivencia tan estrecha, tiene que involucrarse en las creencias de estas personas.
Película que fue un duro golpe para Universal, productora que tras un periodo de genialidad en los 30 comenzaba su decadencia en cuanto al género del terror y misterio. Dicen por ahí que es de lo mejor de la década de los 40, no lo sé yo, mi visionado no es el suficiente para decirlo. Pero es agradable. Si bien flojea en algunos momentos, creo que hay que verla. No quita mucho tiempo y se deja apreciar.
No es un filme de terror, venganzas, ambiciones científicas o maquiavélicas. Anduve con un zombi es la trágica historia de un romance. Si de por sí estás películas nos dan la ilusión de un cuento: por su desarrollo lineal, el breve metraje, el nada complejo argumento, el diseño de personajes y esos finales… aquí el asunto se ve reforzado porque la historia es narrada por la propia protagonista. Las palabras que sirven de introducción son: Anduve con un zombi… parecerá extraño, hace un año que no sabía ni que eran los zombis. Pensaría… que eran extraños, aterradores… y algo divertidos. Genial comienzo porque nos introduce a la historia de la mano, además de crearnos erróneas expectativas por las palabras “yo anduve”. La narradora es Betsy, una enfermera proveniente de Canadá, quien se embarca al Caribe para cuidar a una mujer. Su llegada es mágica, paisajes exóticos, tropicales y misteriosos los de esta isla, llena de vegetación y pulcritud. Tan hermosa como nostálgica. Nostalgia y melancolía, el lastre que dejó un pasado de crueldad y esclavitud. Pareciese como si la consciencia del pasado marcase cual hierro candente a sus habitantes: la población local, negros libres aferrados a sus costumbres, y los extranjeros, si somos supersticiosos, alcanzados por esta "maldición" de tragedía, donde se llora un nacimiento y se festeja una muerte. La familia que nos incumbe son señalados públicamente. Hay una canción popular que describe bien el motivo:
Había una familia
Que hace tiempo que vivía
En la isla de San Sebastián
El cabeza de familia era un Holland
Y el hermano menor se llama Rand.
Holland encerró en un torreón
Una esposa más hermosa
Que la flor de la pasión.
Al ver a su hermano, el corazón le robó
Y así fue como todo el mal empezó.
La esposa y el hermano se quieren ir
Pero Holland lo va a impedir.
Y el maligno llegó
Y con la llama de la fiebre
La mente le quemó.
Vergüenza y dolor para la familia.
Tiene los ojos vacíos, no puede hablar
Y una enfermera ha venido a hacerle andar.
Los hermanos están solos,
La enfermera es un encantó,
Y como verá, terminé mi canto.
¡Qué pena!
Vergüenza y dolor para la familia
¡Qué pena!
Vergüenza y dolor para la familia...
Que hace tiempo que vivía
En la isla de San Sebastián
El cabeza de familia era un Holland
Y el hermano menor se llama Rand.
Holland encerró en un torreón
Una esposa más hermosa
Que la flor de la pasión.
Al ver a su hermano, el corazón le robó
Y así fue como todo el mal empezó.
La esposa y el hermano se quieren ir
Pero Holland lo va a impedir.
Y el maligno llegó
Y con la llama de la fiebre
La mente le quemó.
Vergüenza y dolor para la familia.
Tiene los ojos vacíos, no puede hablar
Y una enfermera ha venido a hacerle andar.
Los hermanos están solos,
La enfermera es un encantó,
Y como verá, terminé mi canto.
¡Qué pena!
Vergüenza y dolor para la familia
¡Qué pena!
Vergüenza y dolor para la familia...
No hay un zombi aterrador devorando gente, regresamos al concepto básico: una persona muerta en vida. Sin alma. Agradable película de un blanco y negro de mucha calidad y con delicados fundidos. Con un buen manejo de la tensión pues en un comienzo embarga la pantalla con una atmósfera fantasmagórica para aflojar y ceder ante un ambiente de ensueño, onírico romanticismo, como sólo en las películas de aquellas épocas era representado: intenso, respetuoso, solemne, de ese enamoramiento casi a primera vista y por el cual se da la vida. Y en su fase final, la exhalación de un fatalista suceso.Por otro lado, el carácter misterioso y en momentos malsano no está ausente. Y algo que me gusta es el retrato de estos caribeños, es más real: el periodo de transición de esas personas en otrora esclavos, ahora libres, con empleo y un lugar en la sociedad. Abrazando sus costumbres y ritos, aquellas oscuras ceremonias, de danzas, cantos y tambores, de hechizos y posesiones, pero sin olvidar el contacto con el orden occidental y su pertenencia a él, las leyes, el cristianismo, la ciencia… ese enfrentamiento étnico y cultural, que se sobrellevaba flirteando con ambas creencias, y no sólo por parte de los nativos que simpatizan con el cristianismo a la vez que adoran a su dios, sino también por parte del extranjero que necesariamente, por esa convivencia tan estrecha, tiene que involucrarse en las creencias de estas personas.
Película que fue un duro golpe para Universal, productora que tras un periodo de genialidad en los 30 comenzaba su decadencia en cuanto al género del terror y misterio. Dicen por ahí que es de lo mejor de la década de los 40, no lo sé yo, mi visionado no es el suficiente para decirlo. Pero es agradable. Si bien flojea en algunos momentos, creo que hay que verla. No quita mucho tiempo y se deja apreciar.
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