Libro autobiográfico que me agrada como ningún otro y su recuerdo me acompañará por siempre.
“Creo haber experimentado en aquellos días algo semejante a lo que Dios experimentaría siempre si existiese. Era yo incansable creador y aniquilador, y el mundo estaba a mis pies, como si yo pudiese rehacerlo diferente por completo y reabsorberlo con un acto tan sólo. Experimenté a veces tal embriaguez metafísica con tal pensamiento, que me parecía no ser ya aquel pequeño yo mismo que soportaba, sino haberme de pronto transfigurado y agigantado como un dios que surgiese de repente de la contextura mezquina de un hombre.”
“Quien lo ha querido todo, ¿cómo puede contentarse con poco? Quien investigó el cielo, ¿cómo puede complacerse en la tierra? Quien se aventuró en el camino de la divinidad, ¿cómo puede resignarse a la humanidad? Todo se ha acabado, todo está perdido. No hay nada más que hacer. ¿Consolarse? Tampoco. ¿Llorar? Pero para llorar hace falta energía: ¡es menester un poco de esperanza! Yo ya no soy nada, no quiero nada; no me muero. Soy una cosa y no un hombre. Tocadme; estoy frío como una piedra, frío como un sepulcro. AQUÍ ESTÁ ENTERRADO UN HOMBRE QUE NO PUDO LLEGAR A SER DIOS”.
“No quiero estar contento ni tranquilo, no quiero ser feliz ni rico. Reclamo todas las desventuras sobre mi cabeza; invoco desgracias sin número en el camino de mi vida. Que la enfermedad me haga castañetear los dientes; que la pobreza vacíe mi casa; que el amor me traicione; que los amigos me dejen; que los gusanos babeen sobre mí; que la fiebre y la locura se disputen mi cabeza…venga conmigo todo el dolor del mundo; con está sola condición se verá si soy un hombre o un trapo, si me sostiene un alma o únicamente un esqueleto”.
“… No solo no estoy acabado, sino que soy inagotable; mi llama es como la que devora a los soberbios en el infierno católico; inextinguible. Y me parece que mi juventud tiene que ser eterna, como la de los dioses de Grecia”.
“Me presente a vuestros fríos ojos con todos mis dolores, mis esperanzas y mis flaquezas. No pido piedad ni indulgencias, ni alabanzas ni consuelos, sino sólo tres o cuatro horas de vuestra vida. Y si después de haberme escuchado seguís creyendo a pesar de mis propósitos, que soy de verás hombre acabado, tendréis que confesar al menos que estoy acabado porque quise comenzar demasiadas cosas, y que no soy ya nada porque lo quise ser todo”.
“Creo haber experimentado en aquellos días algo semejante a lo que Dios experimentaría siempre si existiese. Era yo incansable creador y aniquilador, y el mundo estaba a mis pies, como si yo pudiese rehacerlo diferente por completo y reabsorberlo con un acto tan sólo. Experimenté a veces tal embriaguez metafísica con tal pensamiento, que me parecía no ser ya aquel pequeño yo mismo que soportaba, sino haberme de pronto transfigurado y agigantado como un dios que surgiese de repente de la contextura mezquina de un hombre.”
“Quien lo ha querido todo, ¿cómo puede contentarse con poco? Quien investigó el cielo, ¿cómo puede complacerse en la tierra? Quien se aventuró en el camino de la divinidad, ¿cómo puede resignarse a la humanidad? Todo se ha acabado, todo está perdido. No hay nada más que hacer. ¿Consolarse? Tampoco. ¿Llorar? Pero para llorar hace falta energía: ¡es menester un poco de esperanza! Yo ya no soy nada, no quiero nada; no me muero. Soy una cosa y no un hombre. Tocadme; estoy frío como una piedra, frío como un sepulcro. AQUÍ ESTÁ ENTERRADO UN HOMBRE QUE NO PUDO LLEGAR A SER DIOS”.
“No quiero estar contento ni tranquilo, no quiero ser feliz ni rico. Reclamo todas las desventuras sobre mi cabeza; invoco desgracias sin número en el camino de mi vida. Que la enfermedad me haga castañetear los dientes; que la pobreza vacíe mi casa; que el amor me traicione; que los amigos me dejen; que los gusanos babeen sobre mí; que la fiebre y la locura se disputen mi cabeza…venga conmigo todo el dolor del mundo; con está sola condición se verá si soy un hombre o un trapo, si me sostiene un alma o únicamente un esqueleto”.
“… No solo no estoy acabado, sino que soy inagotable; mi llama es como la que devora a los soberbios en el infierno católico; inextinguible. Y me parece que mi juventud tiene que ser eterna, como la de los dioses de Grecia”.
“Me presente a vuestros fríos ojos con todos mis dolores, mis esperanzas y mis flaquezas. No pido piedad ni indulgencias, ni alabanzas ni consuelos, sino sólo tres o cuatro horas de vuestra vida. Y si después de haberme escuchado seguís creyendo a pesar de mis propósitos, que soy de verás hombre acabado, tendréis que confesar al menos que estoy acabado porque quise comenzar demasiadas cosas, y que no soy ya nada porque lo quise ser todo”.
Acá un enlace interesante: Papini
Para descargar el libro click en: Hombre Acabado
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