miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hae anseon [The Coast Guard]


Director: Kim Ki-duk
País: Corea del Sur
Año: 2002
Duración: 90 min aprox.
Trailer


Cada vez que veo una película de Kim Ki Duk reitero esa ferviente idea por verme toda su filmografía. Y es que hasta ahora, entre altas y bajas (considerando sus bajas como altas pero no tanto) guarda ese estilo único. Su carácter metafórico, dramático, humano. Este último elemento es interesante apreciarlo, porque si bien el contexto es el factor determinante del personaje, siempre la película termina siendo un ensayo individual, aunque su mensaje vaya contra o a favor de una sociedad.

El guarda costas es una película que hay que ver, imborrable, pero ojo, quizá cansina y exagerada, y es que hay momentos en que ese espiral interminable en el que se ven sumergidos los personajes nos toca, pero no el ánima sino la paciencia, y es que llegamos a caer en cuenta de la repetición, reiteración del dolor, de la locura, y entonces corre el riesgo de perder el sentido. Sin embargo, arriesgándome a ser tan subjetivo: el final rescata todo, es un puntapié más fuerte que los propinados en la cinta, un granada, fría y cruda como la que desmiembra a un hombre… es… es sutil y pusilánime, eso es el final y con él la película se levanta.

¿Estamos ante un discurso antibelicista? ¿Una reflexión sobre el pensamiento arcaico y dictatorial que divide a Corea? ¿Resto inexpugnable de la Guerra Fría? Puede que sí, puede… ya saben, con Kim Ki Duk tenemos un tema, un drama y una metáfora. El tema puede ser ése y el drama la historia de nuestros personajes, que es como el descender con la violencia centrípeta del Maelstrom.

Kang es un joven militar, aguerrido, patriótico, disciplinado y desafortunadamente chauvinista. Con un ideal que lo hace pensar en defender su patria a costa de todo, a costa de los espías que ahora son sólo cuentos de niños y que quieren atravesar la frontera. Una frontera olvidada, una labor que ya no es respetada por los habitantes de esta Corea. Nuestro soldado usa camuflaje y actúa como si estuviese en pleno culo del infierno (cuando nada qué ver), sus compañeros se burlan de él pero es algo que no le importa, su misión es matar a esos espías, y quien persevera alcanza; cierta noche Kang observa movimiento, el perímetro está bardeado, está prohibido cruzar por la noche, entonces, ¿quién sino un espía puede ser? Kang dispara su arsenal y el hombre vuela en pedazos. No era un espía, era un pescador de la localidad que fornicaba con su novia, la cual queda bañada en sangre y restos humanos, y esto es la perdición para ambos.
Kang recibe los honores por cumplir su deber ante la desaprobación de los civiles cercanos al asesinado, consternado los acepta y toma esos días de descanso que le dieron… y es cuando la locura rasgada por dolor le invade, esa consciencia que puede ser letal. Si de por sí no era un joven “normal” ahora menos, se convierte en un alma perturbada, incapaz de integrarse a su mundo militar, incapaz de reintegrarse a la sociedad. Errante va de aquí a allá, como un fantasma, sin rumbo. Paralelamente a esto y diferente, ya que mientras lo de Kang es una degradación humana paulatina, lo de Mi-yeong es una abrupta huida hacia la locura más inocente y promiscua que puede haber. Autodestrucción de ambos que no hace más que agravarse, involucrando al campamento militar, atormentado por el ala asesina y demente de Kang, quien pasa de ser un perro fiel a un exterminador, y a su vez, por la chica que perdió a su novio en la frontera, caricias y copulaciones; a esto le sumamos al hermano de dicha chica, Mi-yeong, destrozado y sediento de venganza.

El desarrollo sumamente violento y crudo, increíblemente sutil, llega a un clímax contemplativo y agresivo. Podemos achacarle al filme la, quizá innecesaria, reiteración de la locura de nuestros personajes, de su dolor, sin embargo y ya pensándolo mejor, podemos ver este divagar sin rumbo y redundante como la inestabilidad mental de quien ha perdido todo. El guión, algo que vengo repitiendo en cada película de este director, inverisímil y curiosamente creíble, mientras la música es acompasada e ideal y la fotografía, vaya, una poesía.

¿Recomendable? Claro que lo es. Un poco lenta puede parecerles ¿? Supongo no faltará a quien pero el final lo vale.

Cosas que me agradan bastante:

-El carácter misógino con que película tras película Kim Ki Duk nos aborda.
-La hermosa brutalidad del boxeo en la costa, ese despliegue de furor.
-Hay militares y no es una película bélica.
-La simbología que le podemos dar a la locura de los personajes, a la muerte del novio, al actuar de Kang antes y después del “accidente”.
-La bonita forma en que se nos recalca la morbosidad de la sociedad, sea ésta cuál sea. Esa actitud deshumanizada a través de la modernidad.


No leer si no se ha visto:

Me es imposible no describir el final. La forma en que la violencia, como si se tratase de un videojuego, o de vaya, una película, saltase a las calles. Armada y lista para matar. Mientras los habitantes ajenos, encerrados en su mundo plástico, ignorantes ante el peligro se niegan a perderse el primer lugar de la fila, para mirar más de cerca (cuando lo que tiene en frente no es más que la muerte). Kang más loco que nunca, como si estuviese en una formación se mueve, elegancia fatal. Las personas curiosas ven a este soldado, ¿es un espectáculo? Se acercan, lo rodeando, le toman fotos, como si se tratase de un artista callejero, no es hasta que alguien cae muerto, no, sino hasta que entienden que en verdad a caído muerto, para reconocer la verdad.



Se la pueden descargar de Tripilandia.

No hay comentarios: