Director: Lu Chuan
País: China
Año: 2009
Duración: 132 min. aprox.
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Ciudad de vida y muerte basa su argumento en el controversial incidente de Nankín, el cual hoy en día aún es objeto de tensión y polémica entre China y Japón, siendo desde una de las más grandes atrocidades de las que puede ser capaz el ser humano (opacada en cierto grado por otras de occidente) a la mera mitificación de los hechos. ¿Verdad o mentira? La conclusión japonesa es que “Sí lo hubo, pero no tanto”. Cuestiones nacionalistas que impiden llegar a un acuerdo real. Reinterpretación de la historia.
La película comienza ubicándonos en el tiempo por medio de algunas cartas.
-7 de Julio de 1937, la guerra de China y Japón estallaba en el puerto Marco Polo.
-13 de Agosto de 1937, las tropas japonesas atacan Shanghái, enfrentan una dura resistencia del ejército Chino.
-12 de Noviembre de 1937, Shanghái está cayendo. El ejército Japonés se mueve hacia su próximo objetivo, la capital china Nankín.
*Muralla de la ciudad de Nankín, con miles de años de historia. El gobierno chino emprendió la retirada. El ejército japonés está llegando a las puertas de Nankín.
-12 de Diciembre de 1937, la huída del Comando en Jefe Chino a hundido a Nankín en el caos. La mayoría de las divisiones está tratando de huir, pero algunas permanecen en sus puestos.
Esto resume muy bien el contexto histórico en el que se desarrolla la película, antecedentes de importancia pues lo que precede serán dos horas de crueldad. El alcance y la denominación de “atrocidad” perduran, pues en esta batalla podría decirse que no hubo crimen que no se cometiese en exceso. Los comandantes del ejército chino se van, miles de soldados y civiles atrapados en su propia ciudad se dividen, unos permanecen en sus puestos, otros dejan los uniformes y huyen a la zona de seguridad (donde tenemos a extranjeros humanitarios, entre ellos a John Rabe, el Schindler de Nankín). Los japoneses entran a la ciudad. Saqueo, incendios, violaciones, vejaciones, y ejecuciones sin distinción, soldados, civiles, hombres, mujeres, niños.
Uno de los actos de exterminio más… desmedidos. Ya que si bien la película sólo abarca a Nankín, es claro que en su recorrido venían obrando casi de la misma forma. Con el mismo terror a tierra quemada, donde absolutamente todo era devastado, desde ciudades hasta bosques, todo. Realmente este Ejército Imperial Japoneses no tenía escrúpulos o una vez empezando los perdían. Ya que tenemos asesinatos a sangre fría con tiros en la cabeza a enfermos y ancianos, a niños violados y arrojados desde los edificios, a mujeres embarazadas cuchilladas y desgarradas del vientre (esto último si no lo pasan en la película), elección arbitraria de quien muere y vive, genocidios efectuados hasta con cierta creatividad: en zangas a tiros, fusilados, encerrados en una construcción y quemados y volados con granadas, o algo que me recordó al concurso para matar con espada a 100 personas, la escena donde los prisioneros de guerra atados son muertos a bayonetazos, como si fuese una competencia de haber quien mata más. La zona de seguridad… relativamente segura, con constante temor y cediendo ante los perversos deseos del Ejército. Estoicismo, vulnerabilidad, valor, resignación.
Esto nos lo hacen llegar desde un inicio que nos remonta al cine bélico de la forma más pura, un ambiente que se traslada a algo meramente trágico. Hay como unas 5 películas que tratan de Nankín, no las he visto, de hecho no se me da tanto el cine bélico… en el mismo año de Ciudad de vida y muerte, el 2009, saca también Alemania su película John Rabe, tampoco la he visto y no la veré. Dejo el dato por si es de su interés.
Nanjing! Nanjing! Me gustó, si bien es una reiteración de atrocidades opino que es necesaria, ya que sólo y mediante ella conocemos a los personajes, es su mundo y sólo a través de esto es que los vamos entendiendo. El director chino Lu Chuan dice que lo que él intenta hacer es arrojar una versión objetiva de los hechos, y sí, tiene el merito de humanizar al bando japonés gracias a su personaje Kadokawa, pero no por ello deja de divisarse ese nacionalismo chino cuando da su número de muertos (que a la fecha aún está en disputa).
La música es excelente, tiene el atributo de no magnificar la violencia bélica, sino de acompañar los resultados de una melancólica mortandad. La fotografía, un pulcro blanco y negro que se agradece, provee de un paradójico estilo de belleza y crudeza, como si se tratase de tristes versos, además de que algunos planos fijos son estupendos. ¿Y el protagonismo? No hay y ésa es una de sus virtudes, la facilidad con que podemos encariñarnos con ciertos personajes sin importar que su presencia sea breve o duradera, el hecho de que John Rabe queda desposeído de interés para centrarnos en un niño, en un soldado nipón, en una mujer, etc., de algunos tendremos más que otros, pero eso no impide apreciarlos.
En cuanto el final, la trama de cada personaje se va dando de a uno por uno, algunos con menos empatía, otros con más, unas de forma predecible (que se perdona, pues… por predecible que sea no hay otra forma, tristemente, que pudiese funcionarle) y otras de una manera capaz de transmitir un fulminante desasosiego. Fue como me sentí en los últimos minutos.
Si hay algo que tacharle, quizá sea su carácter efectista en el que en algunos puntos clave llega a caer, es como sobre-condimentar el platillo. También que en ocasione se inclina por una estética visual apasionante olvidándose de la narrativa… pero vamos, son cosas menores.
No doy ejemplos del elemento efectista más claro ni cito mis escenas favoritas porque es totalmente Spoiler.
Recomendable.
La película comienza ubicándonos en el tiempo por medio de algunas cartas.
-7 de Julio de 1937, la guerra de China y Japón estallaba en el puerto Marco Polo.
-13 de Agosto de 1937, las tropas japonesas atacan Shanghái, enfrentan una dura resistencia del ejército Chino.
-12 de Noviembre de 1937, Shanghái está cayendo. El ejército Japonés se mueve hacia su próximo objetivo, la capital china Nankín.
*Muralla de la ciudad de Nankín, con miles de años de historia. El gobierno chino emprendió la retirada. El ejército japonés está llegando a las puertas de Nankín.
-12 de Diciembre de 1937, la huída del Comando en Jefe Chino a hundido a Nankín en el caos. La mayoría de las divisiones está tratando de huir, pero algunas permanecen en sus puestos.
Esto resume muy bien el contexto histórico en el que se desarrolla la película, antecedentes de importancia pues lo que precede serán dos horas de crueldad. El alcance y la denominación de “atrocidad” perduran, pues en esta batalla podría decirse que no hubo crimen que no se cometiese en exceso. Los comandantes del ejército chino se van, miles de soldados y civiles atrapados en su propia ciudad se dividen, unos permanecen en sus puestos, otros dejan los uniformes y huyen a la zona de seguridad (donde tenemos a extranjeros humanitarios, entre ellos a John Rabe, el Schindler de Nankín). Los japoneses entran a la ciudad. Saqueo, incendios, violaciones, vejaciones, y ejecuciones sin distinción, soldados, civiles, hombres, mujeres, niños.
Uno de los actos de exterminio más… desmedidos. Ya que si bien la película sólo abarca a Nankín, es claro que en su recorrido venían obrando casi de la misma forma. Con el mismo terror a tierra quemada, donde absolutamente todo era devastado, desde ciudades hasta bosques, todo. Realmente este Ejército Imperial Japoneses no tenía escrúpulos o una vez empezando los perdían. Ya que tenemos asesinatos a sangre fría con tiros en la cabeza a enfermos y ancianos, a niños violados y arrojados desde los edificios, a mujeres embarazadas cuchilladas y desgarradas del vientre (esto último si no lo pasan en la película), elección arbitraria de quien muere y vive, genocidios efectuados hasta con cierta creatividad: en zangas a tiros, fusilados, encerrados en una construcción y quemados y volados con granadas, o algo que me recordó al concurso para matar con espada a 100 personas, la escena donde los prisioneros de guerra atados son muertos a bayonetazos, como si fuese una competencia de haber quien mata más. La zona de seguridad… relativamente segura, con constante temor y cediendo ante los perversos deseos del Ejército. Estoicismo, vulnerabilidad, valor, resignación.
Esto nos lo hacen llegar desde un inicio que nos remonta al cine bélico de la forma más pura, un ambiente que se traslada a algo meramente trágico. Hay como unas 5 películas que tratan de Nankín, no las he visto, de hecho no se me da tanto el cine bélico… en el mismo año de Ciudad de vida y muerte, el 2009, saca también Alemania su película John Rabe, tampoco la he visto y no la veré. Dejo el dato por si es de su interés.
Nanjing! Nanjing! Me gustó, si bien es una reiteración de atrocidades opino que es necesaria, ya que sólo y mediante ella conocemos a los personajes, es su mundo y sólo a través de esto es que los vamos entendiendo. El director chino Lu Chuan dice que lo que él intenta hacer es arrojar una versión objetiva de los hechos, y sí, tiene el merito de humanizar al bando japonés gracias a su personaje Kadokawa, pero no por ello deja de divisarse ese nacionalismo chino cuando da su número de muertos (que a la fecha aún está en disputa).
La música es excelente, tiene el atributo de no magnificar la violencia bélica, sino de acompañar los resultados de una melancólica mortandad. La fotografía, un pulcro blanco y negro que se agradece, provee de un paradójico estilo de belleza y crudeza, como si se tratase de tristes versos, además de que algunos planos fijos son estupendos. ¿Y el protagonismo? No hay y ésa es una de sus virtudes, la facilidad con que podemos encariñarnos con ciertos personajes sin importar que su presencia sea breve o duradera, el hecho de que John Rabe queda desposeído de interés para centrarnos en un niño, en un soldado nipón, en una mujer, etc., de algunos tendremos más que otros, pero eso no impide apreciarlos.
En cuanto el final, la trama de cada personaje se va dando de a uno por uno, algunos con menos empatía, otros con más, unas de forma predecible (que se perdona, pues… por predecible que sea no hay otra forma, tristemente, que pudiese funcionarle) y otras de una manera capaz de transmitir un fulminante desasosiego. Fue como me sentí en los últimos minutos.
Si hay algo que tacharle, quizá sea su carácter efectista en el que en algunos puntos clave llega a caer, es como sobre-condimentar el platillo. También que en ocasione se inclina por una estética visual apasionante olvidándose de la narrativa… pero vamos, son cosas menores.
No doy ejemplos del elemento efectista más claro ni cito mis escenas favoritas porque es totalmente Spoiler.
Recomendable.
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